Escrito luego de andar por las afueras de la ciudad de Dolores, observando el triste panorama que presenta un verde bañado de basura plástica.
Cuatro fronteras verdes a mi alrededor
y una manta vegetal dividida en dos.
Al centro, la salida.
Por encima, la luz del sol.
El sonido del viajero insensato
se refugia en aquella habitación.
A lo lejos, los ladridos que compiten
usando el eco y la reverberación.
Afuera el asfalto, y pieles llenas de sol,
marcadas, no por edades,
fue una sobreexposición.
Si me alejo están los plásticos,
los residuos ubicados donde el pescador almorzó.
Decide dejar su marca eterna,
de muerte, por intoxicación.
La tierra pide a gritos,
sabiduría y amor.
Vuelvo a pestañear aquel verde
impregnado en mi corazón.
Vuelvo a usar este arte, llamado reciclaje,
esperando no solamente usarlo yo.
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